No son de oro ni de plata: los materiales de las monedas mexicanas

  • ¿De qué están hechas las monedas y billetes mexicanos?, y, ¿cuál es la historia de sus materiales?
  • La historia de la moneda ha pasado por el cacao hasta el oro y la plata. Pero, actualmente, estos materiales se han sustituido por metales industriales y aleaciones. Así que, si te preguntabas, no son de oro ni de plata.
  • Los billetes, por su parte, comenzaron por materiales a la mano (como el cartón y papel) hasta llegar a ser medios de pago de calidad, seguros y durables.

A menos que uno sea falsificador, chatarrero o muy curioso, es poco común que se sepan los materiales con los que están hechos los billetes y monedas en circulación. Las malas lenguas identifican a las monedas con el cobre, que es de sus principales metales, pero no es el único (sobre todo para las monedas que sean menores de 10 pesos). También, se suele hablar del papel moneda para los billetes, pero este se ha sofisticado tanto en las últimas décadas, que se debe hablar también de polímeros y plastificados.

En la historia de la moneda en México han existido muchos materiales, como ya te habrás enterado por post anteriores, entre ellos el cacao, jade, oro, hierro (para las tajaderas) e incluso las telas de algodón. Luego apareció la plata y el oro, hasta ser sustituido por los metales actuales, la mayoría aleaciones.

Freepick. “Surtido de monedas mexicanas en mesa”. ©Freepick. Licencia de Atribución 2.0 Genérica (CC BY 2.0). Se ha realizado un recorte en la imagen. Surtido de monedas mexicanas en mesa.

En muchos casos la adopción de metales tiene que ver con qué se considera valioso, pero también qué bienes abundan lo suficiente, son útiles para las transacciones, duraderos, divisibles y difíciles de falsificar. La historia es fascinante, pues nos enseña sobre las vicisitudes de estos curiosos objetos que nos ayudan a subsistir.  

I. Época prehispánica

La época prehispánica se caracteriza por contar con un medio principal de intercambio: el cacao. Este fue conocido desde muy temprano en la conquista de México, se describe en las Cartas de relación como una pequeña almendra que la hacía de moneda. Sin embargo, otros modos de intercambio fueron el jade, para objetos religiosos y artísticos (de mayor valor); el oro, como tributo para el Imperio Mexica; y las telas de algodón, que, según los expertos, tenían mucho valor y se utilizaban en intercambios muy lucrativos.

Estas “monedas” (si se las puede considerar tal), no tenían un valor fijo, dependían de la escasez y abundancia. Además, eran muy falsificadas, como en el caso de cacao, que se imitaba con barro o son cacaos vaciados y vueltos a rellenar con lodo. Por otra parte, el oro, estaba destinado a la fundición para elaborar piezas religiosas, mientras que las telas de algodón servían también para un uso práctico después del intercambio. Por ello, a pesar de su gran difusión por Mesoamérica, a la llegada de los conquistadores se tuvieron que sustituir estos medios de intercambio por otros más eficaces.

II. La colonia

Con el arribo de Hernán Cortés a México, y la necesidad de los nuevos colonos de intercambiar bienes, se sustituyeron las antiguas monedas prehispánicas y se inició un sistema monetario. Y es que los españoles trajeron muy pocas monedas en sus viajes (las monedas llamadas “castellanas”). Además, los expertos aseguran que el sistema monetario español era bastante confuso. Por todo ello, se comenzaron a utilizar las tajaderas de hierro, que eran pequeños objetos en forma de hacha usualmente utilizados para raspar pieles o para la alfarería. Su valor se otorgaba dependiendo de su estado de conservación, aunque siempre fueron usadas para comprar bienes de poco valor.

Posteriormente, gracias al descubrimiento de la riqueza minera del continente y reunida una buena cantidad de oro, plata y cobre se decidió hacer una imitación de la castellana, la cual tenía su mismo peso (de ahí el nombre de “peso” para la moneda en Latinoamérica). Las primeras de ellas fueron una aleación de oro y cobre; son conocidos como pesos de tepuzque. Y, ya con la creación de la Casa de Moneda de México, se acuñan las primeras monedas en plata y cobre, cuyos primeros emblemas son el escudo de Castilla, León y Granada. Como pequeño dato curioso, estas monedas estaban hechas a mano, a puro golpe del martillo.

Ya en 1679 se comienzan a realizar monedas de oro puro, pues antes estaba prohibido en el territorio. Además, por la necesidad de las monedas fraccionarias se acuñaron muchas monedas de plata, pero también de cobre. Para ese momento, la acuñación de monedas era grande, al igual que los intereses económicos de la corona española, y la moneda mexicana se constituyó como la más importante para el comercio internacional. Por estas razones, la corona decidió reducir la cantidad de metales finos, con el fin de que los reyes incrementaran sus ganancias con la explotación minera.

III. Independencia

Con la guerra de independencia, las monedas de oro, plata y cobre se siguieron acuñando, pero en condiciones precarias. Para este momento, las minas estaban tomadas y los caminos eran peligrosos. Por ello, hubo escasez de moneda: llegaba poco metálico a la Casa de Moneda de México. En estas condiciones, las autoridades realistas crearon casas de moneda cerca de las minas. Muchas de estas monedas realistas fueron de cobre, algunas otras de plata y el oro solamente se acuñó en algunas piezas de Guadalajara.

Otra consecuencia es la creación de los primeros billetes mexicanos, los cuales aliviaban la necesidad de moneda circulante. Fueron emitidos en cartón y escritos a mano con tinta. Algunos de ellos fueron firmados por comerciantes, funcionarios y oficiales. Estos, según se cuenta, fueron los primeros billetes de nuestro país.

Además, hubo nueva acuñación de parte del ejército insurgente, que se hizo en cobre y otros medios rudimentarios al no contar con la plata (bien muy codiciado en la época). Estas nuevas monedas se dieron para poder pagar los gastos del ejército. Cabe decir que las monedas hechas por José María Morelos y Pavón equivalían a promesas de pago y el valor de la moneda sería cambiado por oro y plata al acabar la guerra. En este sentido, se las puede considerar las primeras monedas fiduciarias de México.

Ya con la toma de diferentes ciudades y minas por los vencedores, la plata comenzó a jugar un papel importante otra vez en la historia de las monedas mexicanas. Con diferentes vicisitudes llega el cobre y la plata como los principales metales usados para acuñar monedas hasta las épocas del primer imperio mexicano.

IV. Entre la independencia y la revolución

La victoria del ejército Trigarante hizo de Iturbide el emperador de México. Una de sus primeras acciones al asumir el poder fue acuñar la moneda del Imperio, cuyos materiales son oro, plata y cobre en la misma pureza que en la época colonial. Durante el tiempo de Iturbide, sin embargo, las monedas de cobre no se acuñan por decreto, sino hasta la formación de la República Mexicana. Y, además, se acuñan de manera tardía, hasta 1829, cuando fue autorizada por el congreso mexicano.

La historia cuenta que estas monedas de cobre eran tan irregulares, que se dificultaban las transacciones y, por ende, se recibieron muchas quejas. Con la reducción de su tamaño y homogeneización, el gobierno pudo emitir una infinidad de estas monedas, tal vez demasiadas. Aunado a ello, las falsificaciones y las emisiones privadas llevaron a una desestabilización de la economía entre 1830 y 1840. Por ello, su emisión fue suspendida; solo se retomó hasta 1850 y luego con el Imperio de Maximiliano de Habsburgo. Cabe destacar que las primeras monedas de centavo fueron las ya mencionadas monedas de cobre.

Un dato curioso es que la plata se depreció a inicios del siglo XX (gracias al aumento en la producción de plata, la adopción del patrón oro y la desmonetización de la plata por algunos países europeos). Con ello, la economía mexicana se vino a pique y la moneda nacional quedó por los suelos (al ser la plata la principal moneda utilizada y uno de los principales artículos de exportación). Así, el oro se apodera de las monedas de 10, 5 y 1 peso, dejando a la plata los centavos. Además, se introduce el bronce y níquel para los centavos más chicos. Todo ello bajo la presidencia de Porfirio Díaz.

Con respecto a los billetes, estos se intentaron introducir durante el imperio de Iturbide, en papel blanco, así como en la república mexicana de 1823, en papeles religiosos cancelados (esperando que la religiosidad mexicana hiciera efecto y la población aceptara este método de pago). Sin embargo, el fracaso fue rotundo. No fue sino hasta el imperio de Maximiliano que se ganó la aceptación del público y se comenzaron a hacer de papel y tinta.

V. Revolución mexicana

Durante la Revolución mexicana, la Casa de Moneda de México continua con la utilización de los materiales usuales de las monedas. Los cambios son introducidos por las monedas de los diversos ejércitos revolucionarios: los de Zapata (en el sur) y Villa (en el norte). Por el difícil acceso y control de las minas, la acuñación de la moneda fue precaria, utilizando materiales como el cobre que se encontraba en forma de chatarra, aluminio, plomo (que abundaba en demasía) y hasta barro o cartón. Así, era usual que el valor de la moneda superara con creces el valor del material con que estaban hechas.

Otro caso es el de los billetes conocidos como bilimbiques, los cuales fueron hechos de vil cartón y sellos de autenticidad. Las fábricas y mineras, tras la escasez de dinero, tuvieron que idear maneras de pagar a sus trabajadores. El gran invento fue los bilimbiques, que se podían utilizar solo en una comunidad específica (usualmente donde se encontraba la fábrica o empresa). Además, funcionaban como promesas, pues al terminar la revolución se cambiarían por las reservas en oro de los patrones. Sin embargo, otros billetes, como los constitucionalistas, serían de mayor calidad y mandados a hacer a Nueva York por la American Bank Note Company.

VI. Hasta nuestros días

Hoy en día, el Banco de México ya no realiza monedas de cuño corriente en oro y plata (a menos que sean en los centenarios o monedas conmemorativas). Esto se debió a los cambiantes valores de estos dos metales preciosos en el siglo XX. Así, actualmente se acuñan monedas hechas con metales industriales y cobre.

Por ejemplo, una moneda actual de diez pesos está hecha con alrededor de 65% de cobre, 10% de níquel y 25% de zinc (en su centro), así como 92% de cobre, 6% de aluminio y 2% de níquel (en la banda del perímetro).

Freepick. “Arreglo de billetes mexicanos”. ©Freepick. Licencia de Atribución 2.0 Genérica (CC BY 2.0). Se ha realizado un recorte en la imagen. Arreglo de billetes mexicanos.

Una composición similar está en las monedas de 5, 2 y 1 peso: con 92% de cobre, 6% de aluminio y 2% de níquel. La diferencia es que estas monedas también incluyen materiales como el cromo, carbono, silicio y manganeso en su borde externo.

Por otra parte, los billetes conmemorativos de 20, 50 y 100 pesitos están hechos totalmente de polímero, mientras que los de 100, 200 y 500 cuentan con papel de algodón. Cabe decir que en todos los casos se cuenta con elementos plásticos y otros materiales como tintas (tanto sencillas como fluorescentes y ópticamente variables, que son las que cambian de color).

Bibliografía

Sobrino, J. M. (1989). La moneda mexicana. Ediciones del Banco de México.

Banco de México. (2024). Historia de la moneda y del billete en México. Ediciones del Banco de México. https://www.banxico.org.mx/billetes-y-monedas/d/%7B1EEDFA6C-8EDB-B7AD-11B2-528C7B69CC76%7D.pdf

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