De vuelta a 1990: la devaluación y los nuevos pesos

  • Te has preguntado: ¿cuánto costaban las cosas en 1990?
  • Esta década estuvo marcada por enormes cambios en el país, empezando por la introducción de los llamados “Nuevos pesos” en 1993, que es cuando se quitó tres ceros a la moneda.
  • Las cosas, gracias a la abultada inflación, llegaron a costar miles o millones de pesos antes de este cambio. Un ejemplo es el kilo de tortilla, que en 1990 costaba 550 pesos.

Hoy en día, nos parecería extraño comprar dos kilos de arroz con un billete de 5,000 pesos y recibir alrededor de 600 pesos de cambio, pero en su momento era algo completamente normal. Era una época en la que la inflación del país empeoró tanto que los precios de los productos costaban miles y millones de pesos. Así, para simplificar las transacciones comunes, hacer más eficiente el registro contable y el manejo de los sistemas de cómputo, se quitaron tres ceros de la moneda. Esta decisión fue tomada por Carlos Salinas de Gortari y fue presentada en el Diario Oficial en junio de 1992. Para 1993, entró en vigor el decreto. Se denominaría “Nuevos pesos” a las monedas y billetes con la nueva unidad para diferenciarlos de los viejos pesos. También, tendrían el símbolo N$ marcado. Así, cuando se pusieran en circulación los nuevos billetes y monedas junto a los “viejos pesos” (ya por desaparecer), no habría confusiones. Otra parte importante fue la campaña, con folletos informativos, infografías y hasta el eslogan “Nuevo peso: más práctico y más sencillo”. Gracias a esta medida, el uso del dinero se volvió más claro y práctico, lo que ayudó a restaurar la confianza en el peso mexicano.

Ahora, para entender la necesidad de este cambio, hay que recordar que en los años 70 y 80 México vivió un periodo de inflación descontrolada. En 1976 la inflación alcanzó el 27%, pero el problema se agravó drásticamente en los años siguientes: llegó al 98% en 1982 y alcanzó un alarmante 160% en 1987. Esto significaba (con una inflación del 100%) que los precios podían duplicarse de un año para otro. Por ejemplo, si algo costaba 120 pesos un año, al siguiente podía costar 240 pesos, lo que equivalía a un aumento mensual de 10 pesos. Esta situación afectaba gravemente el poder adquisitivo: el dinero ahorrado perdía la mitad de su valor en solo un año y los salarios dejaban de alcanzar para cubrir las necesidades básicas. La pérdida de valor también afectó la inversión extranjera, ya que la incertidumbre económica hacía que los inversores evitaran hacer negocios en México, y las transacciones internacionales se volvieron menos frecuentes. La reforma de los nuevos pesos fue un paso clave para controlar esta crisis y restaurar el equilibrio económico del país.

Vamos a retroceder un poco y aclarar: no solo se buscaba simplificar las cifras y facilitar el uso del dinero, también restaurar la confianza en la economía mexicana. La inflación y la devaluación constantes habían erosionado la credibilidad del peso, lo que llevó a que muchas transacciones importantes, especialmente las internacionales, se realizaran en dólares. Este fenómeno también afectaba a los mexicanos, quienes comenzaron a ahorrar en dólares o en bienes para protegerse de la pérdida de valor de la moneda. La introducción de los nuevos pesos, junto con otras medidas económicas, como la apertura comercial y la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (procesos iniciados en los años 80, pero culminados en 1994), buscaba proyectar una imagen de estabilidad y modernización ante el mundo. Al simplificar el valor nominal de la moneda y controlar la inflación, México pudo fortalecer su posición en el mercado internacional y atraer mayor inversión.

Sin embargo, la adaptación no fue inmediata. Durante los primeros años, fue común que la gente siguiera hablando en términos de “viejos pesos” para referirse a los precios. Si algo costaba 10 nuevos pesos, muchos seguían pensando en 10,000 pesos. Además, la adopción de los nuevos pesos coincidió con lo que se llamó “error de diciembre”, un año más tarde (en 1994), que provocó una fuerte devaluación y una nueva oleada de inflación. A pesar de estos contratiempos, el uso de los nuevos pesos se consolidó con el tiempo, y la economía mexicana logró estabilizarse gradualmente. Hoy, el hecho de que una transacción cotidiana involucre cifras bajas y manejables es un legado directo de la política monetaria de 1993.

Ahora, de regreso a 1990, si se quería comprar una buena despensa había precios tan raros como estos: por un kilo de bistek de res había que desembolsar alrededor de 12,000 pesos, 2, 200 para la docena de huevos, 650 una cerveza, 550 por un kilo de tortilla y 1,900 por una lata de atún en aceite. Y eso que no nos pusimos exigentes con la comida. Otros artículos varios, como unas llantas Firestone, costaban alrededor de 170 mil pesos, una televisión 800 mil pesos y una videocasetera para VHS alrededor de 600,000 viejos pesos. Las lavadoras, refrigeradoras, estufas y otros fierros costaban desde 700,000 pesos hasta el millón 200.

Si un fin de semana, uno estaba aburrido en la ciudad, el cine costaba nada menos que 3 mil pesos. También, el corte de greñas podía costar hasta 5,000, viajar en transporte público 300 pesos y, si no te querías subir al metro, un coche salía en una millonada (específicamente, entre 5 y 7). Otras cosas, un poco más esenciales, eran las rentas de departamento, que andaban entre 300 y 500 mil pesos, una consulta con el médico 10 mil pesos y una colegiatura en escuela privada hasta 50,000. Bueno, pero también había que decir que el salario alcanzaba para todo ello. Lo mínimo que se pagaba a los trabajadores, en 1990, eran 10, 786 pesos diarios y para 1991, 12,084 viejos pesos. Si uno le chambeaba los 30 días, uno podía facturar hasta 360 mil pesotes.

Hay que decir que el relato de la economía y la historia de México tiene un paralelo en las monedas y billetes. Los grandes cambios son reflejados en el sistema monetario de una forma u otra. Inscriben una parte importante del pasado en sus diseños, en las grietas del papel, entre las arrugas del metal. Así, una pieza numismática también vale por la cantidad de “pasado” que nos deja recordar, por los sucesos que cuenta. Desde los 2,000 pesos de Justo Sierra y hasta el billete de la más alta denominación que ha tenido México, los 100,000 de Plutarco Elías Calles, cuentan la historia de cambios profundos en México: la apertura económica, el TLCAN, las inflaciones, los nuevos pesos y hasta la recuperación económica. ¿Recuerdas algo de ello a través de estos billetes?

Recuerda que el blog de Cenumex está abierto a preguntas y sugerencias. El blog es un espacio para la comunidad numismática. Así que, si te surge alguna duda, una aclaración o un comentario, no dudes en contactarnos.


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