Los numismáticos más famosos y sus historias

Probablemente hayas escuchado de los gabinetes de curiosidades, los grandes salones en donde los nobles resguardaban y exhibían todo tipo de objetos curiosos, artísticos y exóticos. Estos gabinetes pueden considerarse el origen de los museos y salas de exposición. En ellos se admiraba no solo de manera privada, también con distinguidos y nobles invitados las obras de arte. Pero, de manera más importante, tienen que ver con la enciclopedia y los viajes de descubrimiento: objetos iban y venían de partes recónditas del mundo hasta los salones de aquellos primeros coleccionistas en un afán de recopilar conocimiento, historias, en suma, de preservar la memoria de la época y realizar descubrimientos para la ciencia.

Siendo grandes coleccionistas, se sentaban dentro de sus gabinetes contemplando el saber universal, todo lo que hubo durante esos siglos de profundidad y conocimiento de otras culturas, especies, disciplinas, países, economías… Sin embargo, ahora no hablaremos de las historias que cuentan los objetos de la numismática. Daremos un salto para contar las historias de los grandes coleccionistas de numismática a lo largo de la historia, lo cual abarca algunos reyes, duques y hasta filósofos.

Petrarca (1304-1374)

Como es bien sabido, el Renacimiento se dedicó a recuperar, tanto en el pensamiento como en las artes, los principios y técnicas usadas en la antigüedad clásica (en específico entre los griegos y romanos). Fue así que, en arquitectura, escultura, filosofía y otras disciplinas, se empezaron a estudiar ampliamente las obras antiguas. Particulares visitaban ruinas atenienses y romanas; leían a los literatos y filósofos clásicos; interpretaban las esculturas y pinturas; también, coleccionaban todo tipo de tesoros, entre ellos monedas y joyas.

Pintura de Petrarca – Andrea del Castagno (c. 1450). Detalle de una moneda romana en la obra de Antonio de Pereda, Alegoría de la vanidad (1632-1636).

Uno de esos grandes coleccionistas de la época fue Petrarca, quien, además, era poeta y reconocido filósofo. Se cuenta que tenía una amplia colección de monedas antiguas. También que particularmente sabía de monedas romanas. Lo siguiente ilustra la prominente figura de Petrarca dentro de la numismática: “Con frecuencia se me acercaba en Roma un viñador, con una joya antigua o una moneda latina de oro en sus manos, a veces rayada por el duro filo de una azada, instándome a comprarla o a identificar los rostros heroicos inscritos en ellas”. Y es que igual de importante que era sacar ganancia de una moneda encontrada, era estudiarla e importaba especialmente la figura que venía marcada en la moneda, se tratara de un Emperador o de un héroe. Se dice, por ejemplo, que en 1354 Petrarca le regaló unas monedas al emperador Carlos IV y entre las cualidades más apreciadas era la efigie del César minuciosamente detallada.

Juan I, Duque de Berry (1340-1416)

Quizá uno de los grandes coleccionistas y mecenas fue Juan I de Berry. Este duque vivió a inicios del Renacimiento, entre 1340 y 1416, gobernando una región del centro de Francia. Su padre tal vez resulte más familiar: Juan “El Bueno”, rey francés que introdujo por primera vez la moneda del franco para pagar su rescate.

Pues bueno, Juan I de Berry también forma parte importante de la historia de la numismática, pero por otras razones. Fue quizá el más grande coleccionista de medallas y monedas de su época, quizá también de los primeros. Entre sus colecciones, se presumen de monedas antiguas, griegas y romanas, así como medallas que patrocinaba.

Dos folios del libro Las muy ricas horas del Duque de Berry – Hermanos Limbourg (c. 1410).

Sin embargo, las obras de Juan I de Berry se extienden mucho más lejos. De hecho, renovó y amplió varios palacios y construyó varios castillos, algunos de la magnitud del Castillo de Mehun-sur-Yèvre. Otras obras que patrocinó el duque de Berry fueron libros de horas, creadas exprofeso para él y su gran colección de libros y manuscritos. El más relevante es el libro de Las muy ricas horas del Duque de Berry, el cual está destinado a la devoción privada y tiene una recopilación de textos (rezos, salmos) para las horas canónicas. Las ilustraciones de los hermanos Limbourg tienen escenas de género (de la vida cotidiana de la realeza y el campesinado), así como ilustraciones religiosas. En todas destaca el uso del color, la meticulosidad en los detalles y el elemento narrativo. Todo ello, en un estilo gótico.

Faruq de Egipto (1920-1965)

Otro de los personajes de importancia en la numismática, aunque polémico, es el rey de Egipto, Faruq. Se dice que su colección de numismática abarcaba una compulsiva cantidad de 8 mil 500 monedas. Entre ellas se encontraban monedas raras, compradas gracias al erario egipcio, que financió sus actividades como coleccionista. También, sus adquisidores se vieron fomentadas por el contexto de la Segunda Guerra Mundial, pues muchas piezas fueron saqueadas y revendidas, otras forzadas a la venta por necesidad.

Hoy se sabe que entre las monedas y billetes que tenía, se encontraban los 20 dólares de 1933, una moneda de extrema rareza. Se cuenta que se acuñaron alrededor de 450 mil piezas. Debido a la gran depresión, se ordenaron fundir todas ellas. Sin embargo, 20 fueron rescatadas y revendidas a coleccionistas, 9 de ellas el gobierno de los Estados Unidos las recuperó, dejando 13 en existencias. Dos de ellas se encuentran en la colección numismática nacional de Estados Unidos, diez más en el depósito de lingotes. Esto deja solo una moneda en existencia en manos de un propietario privado. Esa moneda, es la que pasó de manos del Faruq a Stuart Weitzman.

Estados Unidos. 20 dólares de oro “Double Eagle” (1933). Imagen de Dominio Público.

La historia cuenta Faruq era un rey que no se limitó en ningún sentido y se consintió con una vida de despilfarros y lujos promovidos por el dinero del pueblo egipcio y sus constantes robos y adeudos en otros países, por ello le llamaban “El ladrón de El Cairo”. Tras empeorar su imagen pública, los egipcios derrocaron al rey Faruq y su colección de monedas se vendió para subsanar las arcas públicas del país africano.

Pues el gobierno de los Estados Unidos, quien buscaba a través del servicio secreto a los propietarios de la moneda, solicitó que la moneda fuera devuelta. Sin embargo, esta se perdió por más de 40 años, reapareciendo en Nueva York en 1996. En una operación en cubierto, se arrestó al dueño de una tienda de numismática en un lujoso hotel en propiedad de la moneda. El caso es que la moneda llegó a manos del gobierno de Estados Unidos, quien vendió la moneda legalmente. Sobre ello hay dos datos curiosos: 1) la moneda estuvo en las bóvedas del World Trade Centre hasta julio de 2001, dos meses antes de ser destruidas y luego se trasladó a Fort Knox; 2) el nuevo propietario, además de pagar la cuantiosa suma de 7 millones de dólares (el récord para la venta de una moneda en aquel entonces), también pagó 20 dólares extra para “monetizar el valor nominal” de la pieza.

Bibliografía

Constantino el Grande: Las monedas hablan. (2016). UNRV Historia romana. https://www.unrv.com/academia/constantine-the-coin-speaks.php

Calleja, R. (2023). Egipto, 500 piastras 1938, boda real de Farouk. Blog Numismático. https://blognumismatico.com/2023/10/07/egipto-500-piastras-1938-boda-real-de-farouk/


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